domingo, 5 de septiembre de 2010

EL olvido y la ruina de El Jordán histórico

Las ventanas color café que ahora encierran el bar El Jordan se ven destruidas por el pasar de los años, las puertas que han permanecido cerradas por un año parecen caerse y derrumbarse para no seguir protegiendo los secretos que en él se resguardan, aunque quizá los dos indigentes que duermen en toda la entrada quieran proteger toda la tradición que aún se siente en la atmósfera. El polvo, la suciedad y el olvido se apoderan silenciosamente de lo que dejó sus 119 años de historia.
Terminando el siglo XIX, la familia Burgos, encabezada por el padre del hogar Octavio Burgos, crea un espacio para recreación de los habitantes del sector, ubicado donde termina la loma principal de Robledo, allí los herreros santafereños que llegaban a la ciudad a la feria de ganado paraban a tomarse un aguardiente doble y a descansar después de largas horas montados en sus yeguas.
El lugar se iba recargando de historia a medida que llegaban literatos como Manuel Mejía Vallejo, León de Greiff y Fernando Gonzáles Ochoa a departir temas poéticos, literatura y política, mientras sus familias se dedicaban a las piscinas, en ese entonces baños, y a bailar con las notas que la pianola les ofrecía.
En 1914 el tren vía aparece en todo El Valle de Aburrá y consigo trae las principales señales de la decadencia del Bar, las personas de diferentes partes de la ciudad se transfieren a uno de los pocos clubes más importantes pero que no necesitan un estatus social muy sobresaliente. Aparecen las riñas callejeras, los pleitos, las balas perdidas y con esto la muerte súbita de Aníbal Burgos hijo de Don Octavio.
Alonso Correa gerente de la Funeraria San Vicente y habitante de Robledo recuerda con gran nostalgia los años gloriosos del lugar, añorando con esmero que algún día, la Alcaldía o la Gobernación, le den valor agregado a todo los recuerdos, los hechos y los personales que hacen parte del archivo y que la ruina devora con rapidez.
Rubén Burgos fue el último descendiente de la familia que estuvo a cargo del bar pero con la poca clientela, el bajo nivel de las utilidades y la falta de dinero para restaurar el lugar, este tuvo que ser cerrado esperando que se puedan conseguir fondos suficientes para repararlo.
En 1991, cuando el Bar cumplió 100 años, se festejó y Robledo se vistió de gala para esta gran conmemoración, los habitantes del sector pensaron que este sería el momento en que El Jordán respiraría un aire nuevo.

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